LA TETA DE GOMA
El otro día, caminando hacia mi trabajo, ví una teta en el suelo. Estaba junto al cubo de la basura, sucia, abandonada. Me sorprendió y me agache para verla mejor. Era, en efecto, una teta. No había duda. No pude resistir y la cogí, pero enseguida me dio asco y la deje en el mismo sitio. Luego, me he enterado de que se trata de un nuevo invento: la teta anti-stress. Sustituye con ventaja a esas pelotitas de espuma que se dejaban estrujar en la mano y calmaban los nervios. Ahora lo que estrujas tiene la forma de una teta y quizás así tranquiliza más. Da un poco de risa, pensándolo bien. O quizás pena. Es tan distinta de la real...Y es tan triste ver esa teta sin dueña, sin una mujer que la sustente y la convierta en parte de ella. Tan siniestro es el objeto, como falto de sentido el fetiche sexual. No hay teta sin su dueña. Ésta es la que importa. La mujer. La teta anónima es puro desvarío. Algo sin vida y sin calor, algo que es enfermizo amar. Un simple objeto que estrujar a gusto entre las manos.