SENOS BAJO LA MANTILLA

Siempre con una vela a Dios y otra al Diablo, descubro los senos bajo la mantilla.

EL HADA DEL ESTE

En cualquier situación, aunque no seamos conscientes de ello, tenemos un aliado. Hay alguien que nos está facilitando el camino. Alguien que nos presenta a los otros, que les habla bien de nosotros. Alguien que nos hace sentirnos importantes (porque nos trata como a Principes). Esa persona tiene un gran concepto de nosotros: nos devuelve, por ello, una imagen que nos permite recuperar la propia estimación. Ese aliado -esa Hada buena del Este- está esperando que le llamemos para manifestarse, para dejarse ver y convocar para nosotros todo lo que aparentemente se esconde: "Venid, venid...este es Francisco, a quien tanto aprecio". Sepamos que tenemos detrás a esas personas que nos apoyan, seamos conscientes de ello, reconozcámoslo. Y calcémonos esos chapines rojos que nos hacen ir más ligeros, más alegres, recorriendo el camino de losetas amarillas, al encuentro de nosotros mismos y nuestra verdadera casa.

RUEDA DE LA FORTUNA

Como una noria que da vueltas, toma agua y luego la vierte, hay en la vida momentos para llenarse y momentos para vaciarse. La fortuna nos alcanza y subimos con ella. Pero lo que está en lo alto no permanece quieto allí. Uno volverá a bajar, perderá la carga que llevaba y se quedará sin lo que creía suyo. Pero es vaciarse para volver a tomar agua limpia. Es un sino ineludible recomenzar. El ciclo se repite. El día, desde que despunta, camina hacia la noche. Pero en la noche también nos protege la seguridad del amanecer. Termina la luz y pero también terminan las tinieblas. Hay un renacer y un renovarse la vida. El vacio se llenará y lo lleno volverá a vaciarse. Todo es ritmo, respiración y movimiento. Ahora no se si subo o bajo.

EL DÍA DE LOS DONES

Pedid y se os dará, buscad y hallaréis, llamad y se os abrirá.

Cuando escribíamos la carta a los Reyes Magos, sabíamos que traerían lo que les pidiéramos y que el día seis de enero, por la mañana, al levantarnos, nuestros juguetes estarían allí, junto al belén o el árbol de Navidad.




Hoy hemos perdido esa fe. Pero la promesa ha sido hecha. Y es una promesa que no tiene nada que ver con el milagro, sino con la propia naturaleza del hombre. La petición de alguna manera nos orienta en una dirección y esa dirección de nuestro deseo propicia su realización. Los deseos nos serán cumplidos, si insistimos en pedir, en buscar, en llamar.

Si tuvieramos esa seguridad de entonces, si pidieramos sabiendo que "está hecho", que lo que pidamos nos será dado, cuántas preocupaciones desaparecerían. Vivir en esa confianza supone creer que se nos ha dado un poder: el de pedir lo que deseemos, lo que necesitemos.

Cuando en los cuentos aparece un genio se ofrece a cumplirnos tres deseos: hay que decidir siempre qué es lo principal que queremos, lo que necesitamos de verdad. Lo más importante. Esa decisión era el gran problema al escribir la carta a los Reyes Magos. Había tantas cosas que quisieramos...

Ahora somos mayores pero tenemos el mismo problema.

Decide lo que deseas y pídelo al Universo, a Dios, a la fuerza de la vida, que colabora contigo y te ofrece realizar tus sueños: ¿qué quiero para el año que empieza? Pídelo. Formula tu deseo. Renuévalo cada mañana. Con la seguridad de que la petición ha sido cursada. Y te será dado lo que pediste.