Monday, January 25, 2010

LA AMISTAD



La amistad es más difícil y más rara que el amor. Por eso, hay que salvarla como sea.
(Alberto Moravia).

Tengo la amistad. Es seguro. Me han recomendado, de Alberto Moravia, "El desprecio". La historia de un matrimonio que se quiere y deja de quererse. Lo difícil de sobrellevar la rutina sin amor. El desprecio que anida en ella hacia él a partir de determinado momento. El desprecio. O el desdén: ya no se da cuenta si se afeitó o no, le cansa su conversación, no ve los lamparones en su camisa.



La amistad, como base de una relación duradera con cualquier persona. Incluso, la base de una duradera relación de pareja. Cuando acaba el amor.

Monday, January 18, 2010

PIDIENDO AYUDA A LOS ÁNGELES



Se giró. Era viejo, pero sus ojos conservaban el brillo y su sonrisa transmitía paz. Ella lloraba. Se sentía sola, impotente. Y él le dijo: "No estás sola: alguien -mucho más fuerte y más bello que tú, más amoroso que tú- está encargado por todos los tiempos de estar a tu lado, para ayudarte".

Eres su misión, lo más importante para él. Y ahí se la juega. Está a tu disposición. Todo esto suena a película de Hollywood, pero nuestra religión, tan austera, tan sufriente, nos proporciona este consuelo. Enamora a tu ángel. Puede ser esa persona que se presenta y te sonríe. Puedes encontrarte con él en la calle. Está de tu lado siempre y se hace visible cuando tiene un mensaje par tí.

Tu vida puede cambiar si le acoges a su protección y confías en su custodia. Todo está hecho par tí, para que seas feliz. Basta que le pidas lo que necesitas. Él no puede sino obedecerte: se pone en marcha. Ya está encargado y va marchando. Tranquilo. No tienes que hacer nada. Déjalo en sus manos. Es poderoso. Mucho más que cualquier humano. Más inteligente que cualquier humano. Se le ha dicho que te dé lo que necesites; es tu custodio. Tu ángel de la guarda.

Todo esto suena a película de Hollywood, pero lo cierto es que nuestra religión, tan austera, tan sufriente, sostiene que es verdad: suena raro, pero forma parte de nuestra fe católica, tan rancia, una idea tan bonita, tan consoladora como que cada uno de nosotros estamos bajo el cuidado de un ángel particular, encargado por Dios de hacernos felices. Nuestra religión, que no suele soñar, nos permite soñar con estos seres de luz, benefactores, cercanos, casi íntimos. Es un gran consuelo si lo crees: en medio de las tinieblas del mundo, no estamos solos. Contamos con su poder.

Y si lo creen sesudos teólogos y curas y es una idea tan bella y mágica ¿por qué no podría creerlo yo también? La señal para reconocer a mi ángel: me hace reír, me atrae, me da seguridad, estoy a gusto a su lado, me siento más yo, más libre, más consciente. Con él no temo nada. Brillo con mi luz, brilla la luz a mi alrededor y todo es claro.