Saturday, December 15, 2007

DESPREOCUPADO PERO NO INDIFERENTE

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"Nunca cambies", me han dicho algunas veces en mi vida. Pero yo mismo hasta ahora he ignorado cuál es mi esencia. Qué es lo auténtico. Qué es lo que, si cambio, me alejaría de mí mismo.

El otro día encontré algunas frases escritas en un viejo cuaderno, hace tiempo: "Atrévete a jugar siempre". "Empéñate en vivir enamoradamente".

Y he reconocido esos deseos como míos todavía. El juego, aún si mi edad es avanzada, como regalo de libertad y distanciamiento de toda limitación (demasiada realidad). El enamoramiento, como entrega a la emoción cuando ésta llega, venga de donde llegue (sin enjuiciar lo duradero o lo efímero, lo sólido o etéreo, viviendo en las burbujas poéticas del sentimiento).

"Nadie puede servir a dos señores". El hombre no puede vivir para el mercado. Su primer deber es vivir su propia vida, no la de los marchantes. Abandonar el camino que nos granjea la valoración ajena. Leonardo Sciascia, en "La desaparición de Majorana", narra la situación de este físico italiano cuando fue nombrado catedrático "por méritos": "Se sentía atrapado en la jaula de una 'normalidad' que lo obligaba a seguir adelante, a publicar, a mantenerse a la altura de esos 'méritos' que le habían valido el nombramiento de catedrático".

Nadie que quiera hacer su vida está, para los otros, "a la altura". Vila-Matas, en su cuento "Niño" ("Exploradores del abismo"), cuenta la vida de un fotógrafo desde la mirada del padre, que ha financiado su arte fracasado. "Se estaba perdiendo en la vida mientras se inventaba su propio personaje", sentencia. Las obras de su hijo eran, para él "una especie de catálogo general de rarezas,comenzando por el autor mismo, que era la primera rareza de todas". Como advirtió el profeta, "el primer enemigo es la propia familia". Para el padre (la madre, la esposa, los hijos, los amigos), las cosas que vamos haciendo serán -si no dan dinero, si no triunfamos- "un desastre, un vergonzoso arte de microbios".

Pero todos los artistas que han existido nos enseñan que lo importante es jugar siempre y vivir la vida enamoradamente. En A Coruña he visto la exposición de la obra de Man Ray. Una vida plena, llena de amigos, exploración del abismo, juego, disfraces, locura y amores. Me imagino a Man Ray con sus experimentos, con sus juegos fotográficos, con sus amantes bellísimas, desnudas, con sus locos compañeros surrealistas, libérrimos triunfadores de la vida.

Esa vida incorrecta e inestable. Me lo imagino con los marchantes y los poderosos: displicente, indiferente a sus halagos y a sus críticas (siquiera de ellos viviera y le pudieran hacer rico). El dinero llegaría, pero con la condición de renunciar primero a él. Sólo el trabajo, trabajo gratuito y generoso, entregado y libre. Alegre, confiado. Sólo hay que dar lo que es verdadero. Lo que uno tiene y es, sin intentar ser distinto, para adaptarse a los otros, al gusto común, al mercado. Y dejar que siga la vida despreocupadamente.

"Despreocupado, pero no indiferente", como se definió Man Ray. Es hora, de una vez, de perderme en la vida, de inventar mi propio personaje, acordándome de jugar siempre y de vivir enamoradamente.