LAS PALABRAS
Las palabras tienen poder. Digo: "estoy cansado, soy todo lo que está cansado", y se apodera de mí un cansancio invencible, una dejadez, una desgana que me ha tenido varias semanas en total apatía. Quisiera decir ahora: "todo lo puedo, todo es posible para mí" y aparecería así la fuerza que hoy me abandona. Pero ahora no me quiero. Tal vez porque estoy viviendo un duelo. Si pudiera decir: "quiero"... pero no quiero nada ahora. El poder de la palabra materializa la energía. Y mi silencio de ahora nada quiere. Quiero decir "quiero": para recuperar mi vitalidad, para ser capaz de aceptar que mis deseos. Basta que lo diga. "Pedid y se os dará". ¡Qué fácil! Pero hay que ser capaz de pedir. Hay que poder ser transparente al deseo, esa voz profunda y acallada. Sentir, primero, emocionarse a través de los sentidos...y decir sí. Decir quiero.