Monday, August 27, 2007

DURANTE ESTE MES EN MI CABEZA


Durante estos días de agosto, resuena en mi cabeza una canción. No sé si el mérito es de la letra (Mario Benedetti), de la música (Joan Manuel Serrat), o quizás de los arreglos (Ricard Miralles). Se trata de un tema un tanto olvidado del disco "El Sur también existe". Incluso algunos opinan que es un tema fallido, que no acaba de redondearse. Para mí, sin embargo, tiene algunos méritos anímicos. La letra esquiva de alguna manera una sensación de apática melancolía mediante el recurso a la ironía. Es oscura en sus imágenes, pero transmite esa sensación de confusa ramificación de las emociones, como un helecho ritual. La vida es compleja, nuestros estados de ánimo cambian a lo largo del día. Pero en verano lo que predomina es la apatía, la flojera. Los días pasan en un estado emocional muy vago, que quiere ir posponiendo toda definición. Lo informe, lo que no acaba de concretarse, lo difuso del humor...los arrabales de una idea. Con la edad llega el crujido de las visagras, también el vino que nos llena de brumas las caras y de olvido las historias. Pero dentro de esa bruma, se puede sobrevivir, podemos abrir un paréntesis...porque hay muchas historias pendientes de contar...y hay que vivirlas para poder contarlas.

TESTAMENTO DE MIÉRCOLES

Quiero aclarar que este testamento no es el
corriente colofón de vida. Más bien
se trata de un legado frágil vigente
sólo hacia el final de un día.

Digamos pues que lego para el jueves las
inquietudes que me puso el martes cambiadas
sólo un poco por los sueños y esa
tristeza que es inevitable.

Lego una nube de mosquitos y una computadora que
no tiene pilas y hasta mi soledad con la esperanza
de que mis legatarios no la admitan.

Lego al jueves cuatro remordimientos, la lluvia
que contemplo y no me moja y el helecho ritual que
me intimida con la vieja elegancia de sus hojas.

Lego el crujido azul de mis bisagras y una tajada
de mi sombra leve, no toda porque un hombre sin su
sombra pierde el respeto de la buena gente.

Lego el pescuezo que he lavado como para un
jueves de horca o guillotina y un talante que
ignoro si es recato o estupidez malsana o
alegría.

Lego los arrabales de una idea, un tríptico
de espejos que me hiere, el mar allá al
alcance de la mano, la hiedra que abanica las
paredes. Y sólo ahora pienso que en mi
árbol, en mis brumas sin rostro y en mi vino
me quedan por legar tantas historias que alguna se
me esconde en el olvido.

Así que por si acaso y por las dudas y
para no afligir a quien me herede las dejo para
otro testamento digamos el del viernes.

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